por Lucas Ulloa Intveen
La Prensa Austral, 27/08/2024
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Jenny Bettancourt Bahamonde tenía 16 años cuando su hermano, Silvio Francisco, desapareció. Tuvo noción de esta situación muchos años más tarde, luego de largos meses de incertidumbre. Con los seis años de diferencia que los separaban, además de miles de kilómetros, puesto que ella estaba en San Antonio para el 73’, recuerda el rol de hermano mayor que él tenía. “Él lo que más tenía era que me protegía siempre, tomaba muy en serio su rol. Cuando nacieron mis otras hermanas igual, se preocupó, él era muy protector”, relata Jenny.
El caso de Silvio Francisco Bettancourt era hasta el año pasado la única causa abierta de Magallanes incluida en el Plan Nacional de Búsqueda. A un año de la implementación de esta iniciativa estatal impulsada por el gobierno, su hermana ha sido invitada desde Suiza, donde reside, para participar en diferentes instancias conmemorativas y presentaciones, así como a un encuentro para informar de la instalación y avance del Plan Nacional de Búsqueda.
“Lo más interesante es que estamos siempre en contacto, hemos hecho videoconferencias y todo lo que yo presento en el Juzgado, como solicitudes y pedidos, los tiene el Programa de Derechos Humanos (…) Yo estoy pidiendo tecnologías nuevas. Se van a usar geogradares, drones y otras más, que permiten ver el subsuelo”, comenta Jenny sobre el plan. Sus solicitudes apuntan a contratar peritos específicos que se puedan sumar en las diligencias, que tienen equipamiento y capacidades para utilizarlos.
Esta comunicación constante le permite estar actualizada respecto de los avances de las investigaciones, así como ser parte de la misma a través de sus aportes. No obstante, aclara, existen cláusulas de confidencialidad que tiene que respetar y le impide entregar información en detalle. “Sé que se han hecho excavaciones en Colón y de ahí no puedo avanzar más”.
Con otros familiares de desaparecidos han vuelto a mantener nuevas comunicaciones. “Estamos todos pendientes de que se hagan las diligencias, que se hagan ahora”, sostiene Bettancourt, sobre la importancia de darle urgencia a este trabajo. Además, releva la importancia de incluir a los familiares en el plan mismo. “Tenemos mucha dinámica y nos han escuchado, a las agrupaciones locales y nacionales las han escuchado”, explica. “Los familiares tenemos un montón de información, pero la tenemos mal elaborada”.
“Hay una cosa muy importante en lo de Francis. El no es el único desaparecido en Magallanes. Hay otros. El llamado que puedo hacer es decirle a familiares y nietos de gente que desapareció en Magallanes, que lo digan. Que vayan al Plan de Búsqueda, que haya información (…) Yo creo que Francis es la punta del iceberg y creo que vamos a encontrar más desaparecidos”.
La noticia en
San Antonio y el exilio
Oriundo de San Antonio, Silvio Francisco se dirigió al sur para estudiar ingeniería en ejecución Petroquímica, en la Universidad Técnica del Estado (Ute), en 1968. Cinco años más tarde, con la carrera ya a sus anchas, su familia recibía escuetas noticias de Francis. Su madre era quien ahondaba en saber algo, recuerda Jenny. “Mi mamá insistía, iba donde los amigos, los compañeros de curso que eran de San Antonio también. Tratábamos de llamar por teléfono, no había respuesta, no había nada. Y muchos nos dijeron que él había atravesado la frontera, entonces nos empezamos a quedar calladitas”.
“A nosotras nos informaron equivocadamente. Muchos nos dijeron que había podido salir a Argentina y así pasaron los días, los meses y los años. Nosotros pensábamos que estaba allá, que va a llegar alguna cosa, alguna carta. Y nada. Un año después llegó un amigo que nos dijo que había interceptado un mensaje de radio diciendo que Francis estaba prófugo. O sea, aún nos decían que estaba prófugo, que se había arrancado. Luego empezaron los amedrentamientos a nosotros”, recuerda Jenny sobre esos oscuros años.
A su madre, Cecilia, la echaron del trabajo y se la llevaron presa. Y a ella la secuestraron. Pensaron moverse cuando habían empezado estos amedrentamientos directos, pero la esperanza de que volviera a casa los hizo quedarse otros años más. “En el 78 ó 79 era tanto el miedo con el que andábamos, mi papá había fallecido el 75 y nos dejó un departamento en Santiago, así que nos movimos para allá”.
Ya en la capital, vivían con su abuela, quien había recibido hace unas horas a un funcionario de Enap, quien estaba haciendo consultas por Francisco. “Ahí mi mamá se fue a preguntar directo a las oficinas de Enap en Santiago, para saber por qué había dejado de trabajar. Y le dijeron que ellos no sabían nada de eso”, relata Jenny. Esa conversación hizo que su madre regresara a San Antonio, y ella decidió comenzar a ahorrar dinero de su sueldo como dibujante para exiliarse a Suiza, donde ya se había ido un amigo de ella.
Cuando ya logró irse, luego de meses de juntar dinero, fue a la oficina de las Naciones Unidas y recuerda murallas llenas de carpetas gruesas, ordenadas por país. Contenían cientos de miles de casos de desaparecidos. “El señor me dijo: ‘Su hermano está desaparecido’. Ahí me cayó la teja. El 82’, fue la primera vez que me dijeron que él estaba desaparecido. Ahí puse un anuncio en Radio Moscú y empecé a recibir testimonios de cómo había sido”.
Fuente: https://laprensaaustral.cl/2024/08/27/el-no-es-el-unico-desaparecido-en-magallanes-hay-otros/